sábado, 5 de abril de 2014

Devan #531 | Pupilas largas

A lo lejos, podía divisar la estela dejada por la explosión , cuando empezaba a recordar lo sucedido. La nave no detectó el proyectil enviado desde una de los cuatro costas de Ersan, nombre acuñado a este supercontinete parte del planeta objetivo con apenas unos pocos millones de años de antiguedad, denominación prehistórica de Larsen.

La misión, determinar el origen de un objeto antiguo fuera de su tiempo desenterrado en Larsen hace tres meses, descubrimiento que permitiría resolver la idea de la existencia de una especie inteligente primitiva, hipótesis comprobada desde el momento en que sentimos el impacto en la cola de la nave.

Al ser este solo un encargo con fines académicos y de mera observación, siguiendo el protocolo establecido por la TTA (Time Travel Agency), el equipo utilizado por voiders descartaba la carga de armamento cuya manipulación equivocada podría afectar gravemente el entorno e incluso la alteración de la línea temporal del momento objetivo.

El equipo estaba conformado por Revis como capitán de la misión, Zadk como astrobiólogo, Kiara como médico psicorujano, Kalin como maestro de armas y yo, Devan, como hacker. Además teníamos la tripulación de soporte con unos cuantos bots en caso de emergencias incluido uno más, especialmente modificado por mí, Cyrel.

Necesitaba apartarme de la energía irradiada por la estrella de este sistema, frente a unos trescientos metros de mi posición podía ver a cuestas una especie de cueva. No tenía fuerzas, la función exoesquelética del traje estaba estropeada y más aún varios nanocircuitos deberían estar destruidos por la caída y la temperatura. La siguiente víctima sería mi piel, podría acabar carbonizado aquí. Miré a mi costado derecho y encontré mi morral a unos pocos metros, desparramado como mi cuerpo. Mediante técnicas de levitación, aprendidas de Kiara, logre atraer un poco el morral hasta que desistí porque me empecé a marear. Pude alcanzarlo con uno de mis brazos y saqué una cápsula de tetraurina, me la inyecté y mis músculos se hincharon compulsivamente. Con la fuerza temporal logré ponerme en pie y empezar la marcha hasta la cueva, no podía caminar muy rápido, la gravedad no me lo permitía, ni siquiera con la tetraurina recorriendo mis venas. El terreno era arenoso, pero extrañamente había una gran cantidad de piedras algo grandes y muy lisas dispersadas por las dunas. A medida que llegaba a la cueva me di cuenta que podía caminar más rápido, ¿acaso la tetraurina recién estaba dando efecto?. Ya en la entrada, y con mucha libertad de movimiento, pude descansar un momento sin el riesgo de las afecciones que podía tener en terreno abierto. Me sentí un poco idiota por no haber cargado el morral, estaba bajo el efecto de la droga que me despistó de varias cosas.

- Taris nata — susurraba una voz en mi mente.

De repente, una entidad antropomorfa frente a mí emergió de las sombras, estaba de cuclillas con un traje parecido al de Kalin. Aún recuerdo aquellas pupilas largas. Algo me sujetó la cabeza por la espalda, tapaba mi boca e hizo que mirase afuera, en aquel terreno abierto.

Otro ser antropomorfo, esta vez de mayor altura, de ojos completamente negros, apareció en el horizonte, detrás de él apareció también una gigante nave demasiado brillante como para ser solamente titanio. Aquellos miles de objetos que pensé que serían piedras se elevaron y fueron a parar dentro de la nave. El largo iba de regreso hasta que dirigió su mirada al suelo, era mi morral. Se arrodilló y empezó a manipularlo cuidadosamente.

- Serit tenua, ich nom leram. — susurraba con menos intensidad en mi mente. Al parecer la entidad de pupilas largas le comunicaba algo a quien me estaba sujetando por la espalda.

Desapareció de la luz progresivamente, y siguiendo las huellas de aquel arenal estaba seguro que se dirigía al ser largo que inspeccionaba mis cosas. Aún escuchaba algo de sus susurros.

- Im da setu, sorat da nata e fer om.
- So la Serta. — esta vez era un tono más grave, de seguro se trataba de mi apresor.

Bajo un horizonte opaco, por la temperatura desbordante que acaecía, ya solo veía al ser largo que con mi morral en mano se dirigía a la nave. Cuando apareció la de pupilas largas, con una gran arma parecida a una lanza, frente a él.