He ahí él, con el estómago ardiendo, cierta resequedad en los ojos además de un extraño dolor en el lado derecho del torso, paciente, esperando a que termine un proceso en el computador. El frío particular de las tres de la mañana empieza a atravesar sus pantalones, mientras observa la pared y los planes que reflejan su ambición. Se acomoda las gafas, se distrae y deja de escribir.