Santiago es una conjugación de problemas sucesivos, pensamientos ilógicos lo aturden día a día, voces le hablan sin propietario alguno, es su mente intervenida.
Uno puede ser algo loco, en fin puede disimularse con carácter, pero enano, ¡enano no! replica siempre en silencio Santi.
Puedes ser algo mediocre de estatura y acostumbrarte a la vida baja, pero feo, ¡feo no! reniega Santi.
Puede ser digno opositor de la proporción áurea y finalmente moldear médicamente tu cara, pero pobre, ¡pobre no! exclama Santi.
Puedes ser corto de bolsillo y posteriormente afianzar compras, pero sufrir gastritis, ¡gastritis no! piensa Santi palpando su barriga.
Puedes vivir surtido de pastillas y casi ignorar el fuego, pero vivir en una barreada, ¡barreadas no! protesta Santi mientras el bullicio pandillero irrumpe su morada.
Puedes ser amigo del enemigo, guardar silencio por paz con los vecinos, quizás con tiempo termines emigrando de aquel infierno, pero solo no, ¡solo no! grita Santi.
- ¡Solo no! - repite Santiago
- Hoy me voy, hoy me retiro - piensa bajo lágrimas nuestro amigo
- Un poco de soga, la viga de la puerta, dos cápsulas de cualquier pastilla, quiero descansar por ahora - medita Santi.
- Muerte, en ti confío - exclama el mismo.
Parecen producto de frutos podridos aplastados los sonidos que de la pieza de Santiago se perciben, empieza a golpear las paredes aún suspendido con un cable, prominentes ojos se resaltan, brotando líquidos corporales. Está azul, pero aún vivo.